PARUSÍA, LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO


Finalmente, en esta tercera entrada haremos un extenso post sobre la segunda venida de Jesucristo: La Parusía.

La palabra griega parousia significa tanto “presencia” como “llegada”.  En el lenguaje escatológico “parusía”, significa la llegada final de Cristo que ha de transformar el mundo.  Con este término se suele aludir en Teología al retorno glorioso de Cristo al final de los tiempos[1]. Y es una llegada individual (encuentro personal) tras la fusión del Espíritu Santo que lleva al creyente, reconocerlo por la fe a Cristo presente en él (o lo que es lo mismo: que él ha sido incorporado a Cristo), al encuentro pleno y definitivo con su Señor en el Reino futuro. Esto es la construcción significativa del conocimiento acerca de la reflexión teológica sobre la parusía, como creación de un estilo de vida acorde con la espera dichosa del Señor.


Parece que fue San Pablo quien introdujo (parusía) esta expresión en el cristianismo tomándola del mundo helénico[2]. En las cartas neotestamentarias pronto cambia el lenguaje del reino de Dios en el lenguaje sobre el dominio de Cristo (1 Cor 15,24); Cristo pasa a ser proclamado en las primeras comunidades cristianas.  El reino de Dios se hizo realidad en Cristo y, por lo tanto, la consumación del reinado se transforma ahora en la esperanza de la venida de Cristo en gloria, en su “parusía”. Ejemplo 1 Cor 11, 26: "Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga." 1 Tes 1, 10 "y esperar así a su Hijo Jesús que ha de venir de los cielos, a quien resucitó de entre los muertos y que nos salva de la Cólera venidera.” La parusía es el acontecimiento por el que Cristo consuma su obra redentora, llevándola a cumplimiento.


«Las Sagradas Letras atestiguan que son dos las venidas del Hijo de Dios: la una, cuando por nuestra salvación tomó carne y se hizo hombre en el seno de la Virgen; y la otra, cuando al fin del mundo, vendrá a juzgar a todos los hombres”. Toda la predicación de Jesús se centra en la llegada del Reino de Dios, un mundo nuevo, distinto al que conocemos, tan marcado por la casi omnipotente presencia del mal. Un reino «eterno y universal; un reino de la verdad y la vida; el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz». Un Reino que comienza humilde y oculto pero que se desarrollara en el tiempo[3] hasta convertirse en «la morada de Dios con los hombres. El habitará con ellos y ellos serán su pueblo, y el Dios-con-ellos será su Dios.


🙌Los primeros cristianos vivieron en la expectación inminente; es decir, el fin estaba muy cercano un fuerte cambio "Os decimos eso como Palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos, los que quedemos hasta la parusía del Señor no nos adelantaremos a los que murieron." I Tesalonicenses, 4, 15. Entonces surgen estas preguntas con base en lo vivido por los tesalonicenses ¿Qué ocurrirá con los cristianos que ya han muerto? ¿No tendrán parte en la parusía del Señor? A esos interrogantes les responde Pablo: "Hermanos, no queremos que estéis en la ignorancia respecto de los muertos, para que no os entristezcáis como los demás, que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús. Os decimos eso como Palabra del Señor: Nosotros, los que vivamos, los que quedemos hasta la Venida del Señor no nos adelantaremos a los que murieron. El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras." I Tesalonicenses, 4 13-18.

Cristo vendrá, volverá de la misma manera: "«Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo.»" Hechos, 1, 11, eso quiere decir en la comunidad (koinonia), allí lo verán: "Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu" Hechos, 1, 14.  Ahora bien, en esas pequeñas comunidades toma fuerza la palabra de Jesús “Aquel día” en que el Señor viene se cumple todos los días, Juan 14, 20, con la experiencia del Espíritu Santo.

Ya entonces, Pedro y Pablo alertaron contra esta desviación que llevaba a algunos a no ocuparse de las tareas de esta vida por vivir pendiente de la otra: «Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma»2 Ts 3, 10. Y Pedro, a los impacientes, les decía: «Carísimos, no se os oculte una cosa: un día ante Dios es como mil años, y mil años como un día», 2 Pedro 3, 8.

Ya ahora llega la llamada definitiva del Hijo de Dios, que llama a los muertos a la vida: "En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán." Juan, 5, 25. Entonces, la parusía es también una consumación del mundo que está por llegar: “ultimo día” Juan 6, 39s-54. En el futuro: llegará el día en que Cristo domine: el reino de Dios. La hora es el presente en ir al encuentro diario de Cristo, practicando el amor al prójimo y asistiendo en la Eucaristía [4].

Es el encuentro con el propio Cristo, con quien al final nos encontraremos cara a cara, esa es la parusía donde convierte el presente en el comienzo de la consumación esperada. El triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte, que se manifiesta en su propia Resurrección y Ascensión a los cielos, se comunica a los hombres ya ahora incoadamente en la gracia (v. GRACIA; JUSTIFICACIÓN) hasta acabar de manifestar todas sus virtualidades cuando la historia presente alcance su consumación definitiva.  Por eso el hombre es librado del pecado y constituido en hijo de Dios (v. FILIACIÓN DIVINA).

Pablo a los Corintios dice que el mayor premio que reciben quienes creen en Él, es una corona que no se marchita o incorruptible y los invita a privarse de todo: “¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, más uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis!", I Corintios, 9,24. Con la fe en la parusía de Cristo el mayor premio.

Pablo: «Si lo que se desvanece (es decir, la alianza del Antiguo Testamento) fue glorioso, cuanto más lo será lo que permanece (es decir, la nueva alianza con Dios en Cristo). En sus cartas paulinas continuamente nos exhorta a vivir de acuerdo a la fe en Cristo ante su inminente regreso de la predicación y de la fe, pero también de los sacramentos y de la gracia es «el momento de la lealtad a Dios» (Escrivá de Balaguer). Los evangelistas Mateo y Lucas presentan a Juan Bautista como un predicador penitencial, enteramente obsesionado por la idea del juicio inminente (Mt 3, 10.12) de Dios.

El Catecismo de la Iglesia enseña: «Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la Gloria es inminente (cf Ap 22, 20), aun cuando a nosotros no se nos ha dado conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad (Hch 1, 7; cf. Mc 13, 32). Este advenimiento escatológico se puede cumplir en cualquier momento (cf Mt 24, 44; 1 Te 5, 2), aunque tal acontecimiento y la prueba final que le ha de preceder estén retenidos en las manos de Dios (cf 2 Te 2, 3-12)»[5].



🌿La esperanza en la vuelta del Señor no trivializa las realidades de este mundo en el sentido de desinteresarse por ellas, sino que representa una llamada a la vigilancia y a la responsabilidad, puesto que la otra vida para nosotros dependerá, en parte, de lo en serio que nos hayamos tomado esta vida.

PUBLICADO POR: Orlando Parga.

REFERENCIAS

[1] Texto de Justo Luis R. Sánchez de Alba, El más allá, Nostra ediciones, México, 2000.

[2] Cf. DuPont J., L’Unión avec le Christ suivant S. Paul, París 1952.

[3] Cf. Mt 12, 28.

[4] Manual de Teología Dogmática, Theodor Schneider, Editorial Herder.

[5] Catecismo de la Iglesia Católica




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